Empezamos el curso sabiendo que era el año del Camino de Santiago, algo de lo que hablábamos en los recreos sin conocer realmente cómo sería. No sabíamos qué íbamos a tener que hacer, cuánto andaríamos, si lo conseguiríamos superar…
La noche antes de salir dejamos cerradas las mochilas, cargadas de ilusión, nervios e incertidumbre, deseando empezar esta aventura.
Etapa tras etapa nos dolían más las piernas, nos encontrábamos con otra ampolla o estábamos agotados, pero en esos momentos es cuando nos damos cuenta del motivo del Camino de Santiago y por lo que siempre lo recordaremos.
El cariño e ilusión de los profesores que nos acompañaban, el compañerismo, las risas en cada albergue que nos hacían olvidar los kilómetros andados, las comidas y cenas, Kirina, (nuestra especial compañera de viaje), los amaneceres, los peregrinos deseándonos un buen camino, las paradas para reponer fuerzas, los estiramientos antes de cada etapa, los momentos de soledad para reflexionar ….
Gracias a este viaje hemos conseguido algo que por mucho que nos contaran antes de hacerlo, no nos podíamos imaginar: la familia que hemos formado entre los alumnos y profesores, ya que hemos tenido una semana entera para conocernos todavía mejor que antes y sobre todo el espíritu de superación y esfuerzo día tras día, que nos servirá de ejemplo para futuros desafíos y para conseguir lo que nos propongamos.
Personalmente creo que el Camino de Santiago se podría tomar como una metáfora de la vida, ya que está llena de subidas y bajadas que seguramente solos no podríamos superar, pero con gente que nos acompaña y esforzándonos llegaremos a nuestras metas personales.
En este caso, la meta era llegar a la Catedral de Santiago después de recorrer 125 kilómetros en 6 días. Por ello, el momento en el que entramos en la plaza del Obradoiro, no podíamos hacer otra cosa que abrazarnos e intentar asimilar que habíamos logrado nuestro objetivo. El esfuerzo había merecido la pena.
Ha sido un viaje que nunca olvidaremos y que ha marcado nuestra vida para siempre.
Aprovecho para recomendar a los futuros alumnos de 4º ESO del Instituto que aprovechen esta excursión cuando lleguen a tener la oportunidad de hacerla, ya que nunca la olvidarán.
Para terminar, en nombre de todos, queremos agradecer al IES esta excursión y en especial a Patricia, Jorge, Ana y Javier por la ilusión con la que nos han acompañado durante el Camino.
Artículo escrito por Miguel Álvarez (4º ESO)
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