La
noche del 24 de marzo no fue una cualquiera, en el TD Garden en Boston emergió
una divina figura de 1,98 metros de altura y tan solo veinte años de edad llamada
Devin Booker. Nada se esperaba de los Pheonix Suns, que llegaban a la capital
del estado Massachussets como un equipo errante y sin ningún objetivo que
alcanzar. El partido comenzó estrepitosamente mal para los Suns ya que los
Celtics les apisonaron con un apabullante parcial de 22 a 3 en tan solo siete minutos.
Los Suns pidieron un tiempo muerto y pareció como si una divinidad se les hubiese aparecido delante, ya que a partir de ahí cogieron las riendas del partido y acabaron el cuarto 29-16 a favor de los Celtics. Tras un desastroso segundo cuarto de los Suns, en el cual volvieron a recaer en un plan de partido parsimonioso, acabaron perdiendo 66-43 en el descanso. En el tercer cuarto fue cuando el joven Devin Booker empezó a exhibirse, anotando en este veintitrés puntos y ayudando a su equipo a recortar la ventaja de la que los Celtics tenían, para acabar el cuarto 97-80 a favor de Boston. El cuarto cuarto fue un trabajo en equipo, muchos tiempos muertos, faltas intencionadas y un sinfín de balones a Booker. Pero, ¿cual era el objetivo de todo lo mencionado anteriormente?, que la prematura estrella se fuese hasta los 28 puntos en el último cuarto de una noche memorable que cerró con un 21/40 en los tiros de dos puntos, 4/11 desde la línea de tres puntos y 24/26 desde la personal. Además de capturar ocho rebotes, repartir seis asistencias y robar tres balones en 45 minutos que este jugador, sexto en la historia en sobrepasar los setenta puntos en cuanto a anotación se refiere, situándose detrás de leyendas como Kobe Bryant, Wilt Chamberlain o David Robinson, nunca podrá olvidar en su vida. El resultado final, 130 a 120 ganaron los Celtics, fue lo de menos, ya que la imagen que se apreció en el Garden fue maravillosa, 18.000 personas arrodillándose ante un jugador de enorme potencial con tan solo veinte primaveras.
Los Suns pidieron un tiempo muerto y pareció como si una divinidad se les hubiese aparecido delante, ya que a partir de ahí cogieron las riendas del partido y acabaron el cuarto 29-16 a favor de los Celtics. Tras un desastroso segundo cuarto de los Suns, en el cual volvieron a recaer en un plan de partido parsimonioso, acabaron perdiendo 66-43 en el descanso. En el tercer cuarto fue cuando el joven Devin Booker empezó a exhibirse, anotando en este veintitrés puntos y ayudando a su equipo a recortar la ventaja de la que los Celtics tenían, para acabar el cuarto 97-80 a favor de Boston. El cuarto cuarto fue un trabajo en equipo, muchos tiempos muertos, faltas intencionadas y un sinfín de balones a Booker. Pero, ¿cual era el objetivo de todo lo mencionado anteriormente?, que la prematura estrella se fuese hasta los 28 puntos en el último cuarto de una noche memorable que cerró con un 21/40 en los tiros de dos puntos, 4/11 desde la línea de tres puntos y 24/26 desde la personal. Además de capturar ocho rebotes, repartir seis asistencias y robar tres balones en 45 minutos que este jugador, sexto en la historia en sobrepasar los setenta puntos en cuanto a anotación se refiere, situándose detrás de leyendas como Kobe Bryant, Wilt Chamberlain o David Robinson, nunca podrá olvidar en su vida. El resultado final, 130 a 120 ganaron los Celtics, fue lo de menos, ya que la imagen que se apreció en el Garden fue maravillosa, 18.000 personas arrodillándose ante un jugador de enorme potencial con tan solo veinte primaveras.
Podéis ver una selección de jugadas en el siguiente vídeo
Nicolás Cook Muñoz
1º BE
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